· Por Johanna Reyes, Presidenta de Comunidad Mujeres Emprendedoras y Vicepresidenta G100.
La sororidad es un concepto poderoso que nos habla de la solidaridad entre mujeres, un vínculo que nos invita a apoyarnos mutuamente en un mundo que a menudo nos ha enseñado a ver a las demás como competencia. Sin embargo, es preocupante notar que en muchas ocasiones hay un desgaste de esta idea; a veces, cuando una mujer alcanza el éxito puede caer en la trampa de pensar que cada una debe sufrir su camino, olvidando que el apoyo mutuo puede ser la clave para construir un futuro más equitativo.
La mentalidad de ?me costó tanto llegar aquí, que le cueste a ella?, se ha convertido en una realidad para muchas. Pero, ¿quién dice que el éxito tiene que ser un camino solitario? A menudo, las mujeres que cuentan con redes de apoyo fuerte tienen más posibilidades de avanzar. Un estudio de LinkedIn destacó que las mujeres que interactúan y colaboran entre sí tienden a obtener más promociones y a escalar más rápido en sus carreras. Además, un informe de McKinsey reveló que las empresas con una mayor representación femenina en sus equipos de alta dirección enfrentan un éxito financiero notablemente mayor.
En un mundo laboral donde las mujeres siguen subrepresentadas, el empoderamiento femenino a través de la sororidad puede ser una herramienta crucial para lograr cambios significativos. Las estadísticas citadas, como las de LinkedIn y McKinsey, subrayan la necesidad de crear comunidades profesionales donde el apoyo entre mujeres pueda traducirse en éxito económico y crecimiento profesional colectivo.
Lo anterior, nos lleva a reflexionar sobre el impacto que podemos generar al alzar la voz y empoderar a otras mujeres. Todas hemos escuchado historias inspiradoras de figuras como Michelle Obama, Malala Yousafzai o Marta Llorente, quienes no solo han brillado por sus logros individuales, sino que también han trabajado incansablemente para levantar a otras en su camino. Por ejemplo, Michelle nos lleva a pensar en el valor de la educación, y ha dedicado su tiempo a abogar por el acceso educativo para todas las niñas.
La realidad es que cada paso que damos hacia arriba debe ser una invitación a otras a unirse a la escalera del éxito. Ser "sorora" significa ese compromiso genuino de dar la mano a la que viene detrás, de alentarla y brindarle las oportunidades que, quizás, no tuvimos. Es entonces donde construimos una red auténtica de apoyo que se vuelve cada vez más fuerte con cada mujer que se une. Imagínate una comunidad donde cada logro se celebra como un triunfo colectivo.
Entender que nuestra fuerza reside en la colaboración puede cambiar por completo el panorama. En lugar de ver a las demás como rivales, debemos aprender a verlas como aliadas en la lucha por la igualdad y la justicia. Así, ante problemas como la violencia de género y la desigualdad salarial, la unión se convierte en la verdadera fuerza transformadora.
En conclusión, la sororidad no es solo un concepto; es un estilo de vida, una revolución que empodera a las mujeres y transforma el entorno empresarial, por lo que también es un llamado a cambiar la narrativa y construir un entorno donde todas las mujeres puedan brillar. En vez de mirar hacia abajo con desdén, extendamos la mano con generosidad; porque, al final del día, el verdadero éxito es aquel que logramos juntas, apoyándonos mutuamente en el camino. La próxima vez que veas a otra mujer triunfar, recuerda que su éxito no resta valor al tuyo, sino que, por el contrario, suma en esta vibrante red de empoderamiento que podemos tejer juntas. ¡Vamos por la sororidad, porque cada una de nosotras es capaz de cambiar el mundo!